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Preguntas frecuentes

¿Qué tan difícil será para mi hijo, ahora que he sido diagnosticado con cáncer y necesito tratamiento?

Es común sentirse abrumado al recibir un diagnóstico de cáncer. Muchos padres imaginan que sus hijos experimentarán una versión ampliada de su propia reacción; sin embargo, los niños suelen ser más resilientes de lo que los padres imaginan. Cada niño afronta la enfermedad de sus padres de acuerdo con su fase de desarrollo, temperamento, y su manera preexistente de afrontar los problemas.

Los niños toman las señales de sus padres para afrontar la situación, así que, usted debe obtener el apoyo que necesita. Para ayudar a su hijo a sobrellevar la situación, aprenda cómo los niños entienden generalmente una enfermedad en la etapa de desarrollo de su hijo, teniendo en cuenta el temperamento de su hijo y qué enfoques suelen funcionar mejor para él cuando se enfrenta a situaciones nuevas. Organice su sistema de apoyo y facilite la comunicación abierta con su hijo.

¿Es probable que mi hijo tenga más problemas que otros niños para afrontar la situación?

Si su hijo ha tenido dificultades como ansiedad, depresión, dificultad para hacer o mantener amigos, dificultad con el trabajo escolar, o relaciones conflictivas con familiares cercanos antes de su diagnóstico, es posible que su hijo esté en un mayor riesgo de tener problemas para afrontar los cambios y desafíos que usted está enfrentando ahora. Puede ser útil anticipar que las áreas que antes eran desafiantes pueden verse afectadas aún más por el estrés adicional de su diagnóstico y tratamiento. Es posible que desee pensar en apoyos adicionales dirigidos a ayudar con estos problemas preexistentes.

Si usted es un padre soltero o existe una tensión significativa entre usted y el otro padre de su hijo, es posible que desee buscar apoyo adicional para su hijo. Durante su diagnóstico y tratamiento, su hijo querrá contar con al menos otro adulto que se preocupe profundamente por él y comparta su preocupación por usted y su salud. Si su hijo no ve a su otro padre como alguien que se preocupa por usted y lo valora, necesitará otro adulto o profesional afectuoso con quien él pueda compartir sus inquietudes.

¿Necesito decirle a mi hijo que tengo cáncer?

Si su hijo tiene la edad suficiente para hablar, es mejor hablarle sobre el diagnóstico de cáncer. Los niños de todas las edades son perceptivos y sentirán un cambio en la atmósfera emocional de su familia después de su diagnóstico. Sin una explicación, se corre el riesgo de que los niños más pequeños interpreten el cambio de humor como evidencia de que su mal comportamiento es la causa de la tristeza, el distanciamiento o las tensiones en el hogar. A pesar de los esfuerzos por ocultar información, es probable que los hijos mayores descubran su diagnóstico de cáncer por medio de un pariente, otro niño, o al escuchar discusiones en casa.

Descubrir sobre su cáncer de manera indirecta — al escuchar información sin querer — es un problema. Este escenario puede sugerirle a su hijo que la noticia es demasiado terrible para hablar de ella. Puede transmitir el mensaje de que los sentimientos de su hijo no son lo suficientemente importantes para usted como para merecer una atención directa, a diferencia de otros con quienes usted se relaciona directamente. Además, es mucho más probable que las noticias que su hijo escuche sin querer sean inexactas y confusas. Quizás lo más preocupante, sin embargo, es que los hijos que sienten que la información clave no se comparte con ellos tienen dificultades para encontrar información a partir de "pistas". Esto puede llevar a la idea de que no se puede confiar en usted o que no es honesto y franco.

¿Podemos llamar al cáncer con otro nombre que no sea tan aterrador?

La palabra "cáncer" a menudo tiene un significado más aterrador para usted que para su hijo. Usar las palabras cáncer, tumor cerebral o leucemia en lugar de eufemismos como bulto, chichón, enfermedad de la sangre o pupa le da a su hijo las palabras para hacer preguntas sobre su enfermedad.

Los eufemismos crean confusión y pueden asustar más a su hijo que las palabras reales porque es posible que se quede imaginando que los tratamientos serios y la quimioterapia, la caída del cabello, y la radiación, pueden ocurrirle a él a causa de sus propios chichones, golpes o enfermedades virales. Eso da miedo. La identificación de su tipo de cáncer le brinda una oportunidad importante para hablar con su hijo sobre la variedad de tipos de cáncer y cómo incluso el mismo cáncer puede seguir un curso diferente en diferentes personas. En estas conversaciones, usted puede recordarle a su hijo que no debe asumir que lo que oye sobre el cáncer de otra persona es relevante para su condición. Usted debe motivar a su hijo a que comparta lo que escuche de otros con usted, para no preocuparse innecesariamente o sentirse confundido.

¿Cómo afecta la fase de desarrollo de mi hijo a lo que debo decirle sobre mi cáncer?

Sin importar la edad de su hijo, comience con explicaciones simples. En las discusiones posteriores, tome pistas de las preguntas de su hijo. A menudo es útil tener una idea de cómo los niños de diferentes edades pueden escuchar la explicación y cómo es probable que comprendan el diagnóstico de cáncer.

Niños en edad preescolar (3 a 6 años): Los niños en edad preescolar tienen pensamientos mágicos; esto significa que entrelazan la fantasía y la realidad a su manera creativa, y se imaginan a sí mismos como la causa de los eventos que ocurren en sus vidas. Por ejemplo, un niño de cinco años podría imaginar que el cáncer de su madre creció dentro de ella junto con él, mientras que otro niño podría creer que su padre contrajo el cáncer cuando él saltaba sobre su pecho, el día en que se quejó de que él lo estaba lastimando. Sentirse como si fueran la causa de los eventos (es decir, el egocentrismo preescolar normal) conduce a un sentido de responsabilidad por la enfermedad de los padres, lo que puede aumentar los comportamientos ansiosos o agresivos.

El niño ansioso se siente terriblemente poderoso y teme causar daño adicional a las personas que ama. Ese niño puede volverse dependiente o retraído. Por el contrario, el niño agresivo puede sentirse demasiado abrumado para contener sus sentimientos y puede tratar de controlar otras situaciones dominando a sus compañeros o usando la fuerza para salirse con la suya. Los niños en edad preescolar tienden a tener un comportamiento ansioso o agresivo cuando ambos padres están bien, por lo que puede ser difícil decidir qué parte de su comportamiento se relaciona con el cáncer de uno de los padres y qué parte es compatible con el desarrollo normal.

En general, lo mejor es recordarle a su hijo que el cáncer no es causado por nada de lo que los niños hagan o digan. Los niños necesitan que se les recuerde repetidamente que no son responsables de la fatiga o la irritabilidad de los padres para sentir que esto es realmente así. Motive a su hijo a que le cuente qué imagina que causó su cáncer o el estado de ánimo en el hogar. Esto le da la oportunidad de corregir cualquier concepto erróneo o culpa que el niño pueda sentir.

Una de las mejores formas para que los niños de esta edad superen sus sentimientos es tener muchas oportunidades para participar en juegos de fantasía. Es posible que desee tener un equipo médico de simulación (tiritas Band-Aids y otros materiales médicos de juego) disponible junto con otros juguetes de su hijo para facilitar esta interacción.

Niños en edad escolar (7 a 12 años): Los niños en edad escolar tienen la edad suficiente para comprender que el cáncer de los padres no es causado por las acciones de un niño. Sin embargo, bajo el estrés de los cambios en la vida familiar, su hijo puede retroceder en ocasiones y sentirse de alguna manera responsable. Motive a su hijo a expresar sus pensamientos sobre la causa de su cáncer y hágale saber que ningún pensamiento es demasiado tonto como para no compartirlo.

Normalmente, los niños en edad escolar ven el mundo ordenado. Esperan que la enfermedad siga un conjunto de reglas y responda de manera justa al tratamiento, de modo que si usted sigue las reglas del médico para el tratamiento, su cáncer debería curarse. Por un lado, esto hace que la recaída y la recurrencia sean difíciles de aceptar; por otro lado, ayuda a su hijo a sentir que si se reanuda el tratamiento, él sabrá qué esperar en base a la experiencia pasada.

La mayoría de los niños en edad escolar creen que los gérmenes transmiten enfermedades. En el contexto del tratamiento del cáncer, el enfoque en proteger a un padre con un sistema inmunológico comprometido de la exposición a enfermedades virales y enfatizar el lavado cuidadoso de las manos, a menudo es interpretado por un niño como evidencia de que es posible contagiarse el cáncer. A menos que se corrija este concepto erróneo, su hijo puede volverse ansioso y alejarse de usted por miedo.

Los niños de esta edad a menudo piensan que todos los tipos de cáncer son el resultado del tabaquismo y pueden encontrar confuso o injusto que un padre no fumador tenga cáncer. Necesitan ayuda para comprender que la mayoría de los cánceres no tienen una causa conocida y que es molesto para todos cuando un miembro de la familia maravilloso y querido, fumador o no fumador, contrae cáncer.

Adolescentes: Los adolescentes pueden comprender el significado completo de un diagnóstico de cáncer, incluida la incertidumbre sobre el pronóstico y la ausencia de garantías a pesar de un régimen de tratamiento. A menudo frustra a los padres que, a pesar de comprender el diagnóstico y el estrés que genera en la familia, el comportamiento de un adolescente rara vez parece coherente con esta conciencia.

Algunos adolescentes pueden afrontar la incertidumbre sobre el bienestar futuro de los padres al tratar de obligar a los padres a hacer promesas que no se pueden cumplir, como prometer no morir. Hacer una promesa que su adolescente sabe que usted no puede cumplir podría satisfacer a su hijo adolescente por un momento, pero es poco probable que le brinde un consuelo duradero. Los adolescentes generalmente están mejor cuando los padres demuestran empatía con respecto al estrés de la incertidumbre y brindan estrategias esperanzadoras. Por ejemplo: “Sí, podría morir de cáncer de colon, pero mis médicos y yo no estamos preocupados por eso ahora. Estamos enfocados en los tratamientos que pueden reducir el tumor” o “A veces también me preocupo por el futuro, pero también hay muchas veces en las que me olvido de que estoy enfermo y deseo que tú intentes hacer lo mismo”.

Muchos adolescentes se lanzarán a las relaciones y las actividades con sus compañeros. Esto minimiza el tiempo invertido con un padre enfermo o la familia, y puede ayudar al adolescente a evitar pensar tanto en el cáncer. Usted querrá ayudar a su adolescente a encontrar un buen equilibrio entre las actividades con amigos, el tiempo a solas con usted y el tiempo en familia. Hay buenas razones para proteger una cierta cantidad de tiempo de familia, y de padres e hijos, en lugar de dejar que su hijo pase todo su tiempo fuera. Es imposible supervisar a los adolescentes o estar consciente de su estado de ánimo y funcionamiento si nunca están en casa. Usted conoce bien a su hijo y necesitan pasar momentos juntos para que usted pueda evaluar cómo le está yendo. En segundo lugar, si su vida se ve truncada por el cáncer, querrá proteger a su adolescente tanto como sea posible de los arrepentimientos por haber pasado tan poco tiempo con usted y el resto de su familia.

Los adolescentes suelen tener una mejor relación con uno de los padres y una relación más conflictiva con el otro. Cuando tiene cáncer y una relación conflictiva con su hijo, es útil recordarle que las personas que se aman también se irritan y se enojan entre sí. Recuérdele que a pesar de los conflictos que tienen, usted sabe que su hijo lo ama y él debe saber que usted lo ama.

¿Cómo puedo hacer que mi hijo hable conmigo sobre mi cáncer?

Es importante darle a su hijo una explicación sobre su cáncer y su tratamiento apropiada para su edad. Esto le da a su hijo las palabras clave para hablar con usted. Intente crear una atmósfera que dé la bienvenida a la discusión, cuando se de la oportunidad. Aun así, algunos niños hablan y otros tienden a guardar sus pensamientos para sí mismos. Si su hijo no era un “gran conversador” antes de su diagnóstico, es poco probable que lo sea ahora. Cuando se comparte nueva información, usted debe motivar a su hijo a hacer preguntas, y luego animarlo a que vuelva a hacer preguntas varias horas o un día después, después de tener tiempo para reflexionar sobre la nueva información. Trate de identificar los entornos que se prestan a que su hijo se abra. A menudo, los niños eligen hablar en el automóvil, a la hora de acostarse, o mientras realizan una actividad — como cocinar— con un padre.

Cuando su hijo haga una pregunta, usted debe fomentar la elaboración de la pregunta. El objetivo es estar seguro de que comprende la verdadera pregunta en la mente de su hijo. Como adultos, podemos imaginar que una pregunta es más amplia de lo que en realidad es. Por ejemplo, un niño podría preguntar: “¿Estarás mejor para el verano?” Usted puede imaginar que su hijo busca una garantía de cura. Pero al preguntar: “¿En qué estás pensando?” usted puede averiguar si ésta es la verdadera preocupación de su hijo. La respuesta de su hijo puede sorprenderlo. Él podría responder: “Si estás enfermo, ¿cómo iré a las lecciones de natación?” Descubrir la verdadera pregunta le ayudará a abordar la preocupación real; muchas veces lo que se revela es una inquietud específica que tiene una fácil solución.

Al hijo que habla menos es posible que no se le ocurran muchas de sus propias preguntas, pero puede participar más fácilmente en preguntas sobre la forma en que su enfermedad o tratamiento lo afecta. Por ejemplo, al preguntarle: “¿Cómo te sientes con respecto a mi cáncer de mama?”, él podría encogerse de hombros o gruñir; mientras que al preguntar “¿Qué te parece que la tía Susan te espere cuando llega el autobús?” usted puede obtener más de una respuesta. También puede probar preguntas específicas sobre el efecto que el cáncer está teniendo en usted: “¿Alguien ha comentado algo sobre mi cabeza calva?” o “¿Estoy más gruñón desde que comencé con la quimioterapia?” También es útil continuar con preguntas que obtienen encogimiento de hombros o respuestas de una palabra con una explicación general, para transmitir por qué está preguntando. Por ejemplo, “Sé que hay cambios en mí y cambios en nuestro horario regular debido a mi cáncer, y realmente me importa saber cómo te sientes”.

Es posible que los niños quieran tener conversaciones más cortas y en menor cantidad que un adulto; así que, sea paciente. Si su hijo continúa participando en sus actividades favoritas con amigos y familiares, y le va bien en la escuela, usted debe sentirse tranquilo. A veces, los padres que sienten que sus hijos no hablan lo suficiente sobre el cáncer en realidad necesitan a otro adulto con quien hablar sobre la enfermedad y su impacto en la familia. Asegúrese de obtener el apoyo que necesita. Recuerde, tener un padre con cáncer es una experiencia diferente a tener un cónyuge con cáncer o tener cáncer usted mismo.

¿Qué pasa si mi hijo me hace una pregunta que no puedo responder?

Usted puede recibir las preguntas calurosamente sin tener una respuesta inmediata. Pregúntele a su hijo qué le hizo hacerse esa pregunta y dígale que es una buena pregunta. Es razonable responder que la pregunta que se hace es difícil y que desea pensar en su respuesta para asegurarse de responder lo que realmente cree antes de hablar. La clave es entender la pregunta y hacerle saber a su hijo que le responderá en un futuro cercano.

Las buenas preguntas merecen respuestas meditadas; usted debe determinar con quién más podría querer hablar (como su cónyuge, médico, un miembro del clero, o el padre de otro niño) para poder dar una respuesta de calidad. También es posible que desee obtener información de un libro o sitio web que le ayude a responder la pregunta.

Algunas preguntas son difíciles de responder porque nadie sabe la respuesta. La incertidumbre es difícil para cualquier persona a cualquier edad, pero es especialmente difícil para los niños, quienes dependen de los padres para obtener todas las respuestas. Es aceptable decir que a usted también le resulta difícil "no saber" y que afronta la incertidumbre manteniéndose ocupado, haciendo cosas divertidas, o tratando de ser optimista.

¿Hay cosas que pueda hacer en casa que ayuden a mi hijo durante mi tratamiento contra el cáncer?

Proteja el tiempo en familia cuando pueda concentrarse en su hijo. Por ejemplo, usted puede encender el contestador automático durante las comidas y no contestar el teléfono. Anime a sus amigos y familiares a que llamen durante las horas en que sus hijos estén en la escuela o que se comuniquen por correo electrónico, para que los niños no escuchen (después de la escuela y por la noche) una conversación telefónica tras otra sobre su enfermedad.

Pídale a un miembro de la familia o un amigo cercano que actúe como la "persona de contacto" o el "capitán de amabilidad" para que pueda orientar a los miembros de la comunidad hacia actividades o artículos que los ayudarán más a usted y a sus hijos. Por ejemplo, hágales saber a los demás que si quieren hacer una comida, sus hijos comerían macarrones con queso o les encantaría recibir una rebanada de la pizza de queso de la pizzería local, pero que rechazarían la berenjena o el stroganoff.

También es importante tratar de explicarles a sus hijos cuándo los síntomas que ven en usted son el resultado de sus tratamientos. Por ejemplo, la quimioterapia te hace sentir mareado, por lo que se toman medicamentos contra las náuseas que te adormecen los días de tratamiento. Cuanto más pueda su hijo diferenciar el efecto del cáncer del efecto del tratamiento, y cómo estos factores afectan la vida en el hogar, mejor. Esto ayuda a explicar las nuevas rutinas del hogar y hace que el tiempo en casa se sienta más estable.

¿Debo hablar con alguien en la escuela de mi hijo sobre mi cáncer?

Sí. Es importante que los maestros de su hijo sepan lo que está pasando en casa. Los maestros también deben saber que se debe permitir que la escuela sea, en la medida de lo posible, un refugio contra el cáncer para su hijo.

El hecho de que su hijo hable o no con amigos y compañeros de clase sobre su cáncer debe ser decisión de su hijo. Los maestros no deben introducir esta información en la discusión en el aula. Si su hijo comparte preocupaciones o inquietudes con un maestro sobre su cáncer, se le debe pedir al maestro que lo informe. La mayoría de los maestros se sienten aliviados al escuchar que los padres quieren que sigan actuando como maestros, y no como consejeros.

Si su hijo tiene dificultades académicas, el maestro debe informarle lo antes posible. Algunos maestros pueden pensar que están protegiendo a los padres ya estresados al retener esta información. Por el contrario, saber desde el principio les permite a usted y a su hijo elaborar un plan de acción que puede incluir una carga de trabajo reducida, tutorías, o tiempo especial para la tarea. Esto es particularmente importante para los hijos mayores, que pueden tener muchos maestros. Cuando los padres se dan cuenta de que un hijo está teniendo dificultades en varias clases, es más difícil para el niño ponerse al día.

¿Debe mi hijo visitarme en el hospital?

Un hijo de cualquier edad que quiera visitarlo en el hospital debe poder hacerlo, si es posible. Su hijo deberá estar preparado con una descripción de cómo se verá usted y lo que se verá en la habitación del hospital, como tubo de medicamentos intravenosos en su brazo, un anciano confundido como compañero de cuarto, usted usando una máscara de oxígeno o vestido con una bata de hospital. Algunos padres incluso pueden enviar a casa una foto de ellos mismos para mostrársela a su hijo antes de la visita. Cuanto mejor preparado esté su hijo, menos sorpresas. Y las sorpresas pueden ser abrumadoras y perturbadoras.

Si tiene más de un hijo que va de visita, o si el miembro de la familia que trae a su hijo o hijos también quiere visitarlo, es importante que otro adulto conocido los acompañe. Esta persona debe aceptar quedarse solo mientras su hijo se sienta cómodo en la habitación del hospital. Este otro adulto puede llevar a uno o más niños a la cafetería o afuera a dar un paseo, si después de uno o dos minutos su hijo está listo para irse. Para los niños más pequeños, es especialmente bueno traer algunos materiales de arte—papel y marcadores—para que puedan dibujar mientas están en la habitación o en otro lugar, y luego colgarlo junto a su cama.

Es posible que le preocupe que verse enfermo o estar conectado a una máquina sea demasiado aterrador para su hijo. La experiencia sugiere que en la mayoría de los niños, particularmente aquellos que piden visitarlos, la imaginación crea un escenario más aterrador que el escenario real. Si acaba de completar un procedimiento quirúrgico y espera sentirse mucho mejor en uno o dos días, usted puede optar por hablar por teléfono con su hijo y posponer la visita hasta que pueda interactuar un poco más. Esto es apropiado cuando un padre no se encuentra en peligro médico inmediato. Si un padre está gravemente enfermo, los niños deben tener la opción de verlo y hablar con él sin demora.

¿Qué debo hacer después de la visita de los niños?

Después de una visita, cada niño necesita la oportunidad de hablar sobre cómo se sintió al verlo en el hospital. Frecuentemente, esto ocurre durante el viaje a casa. El adulto que lleve a su hijo a casa debe preguntarle si se sorprendió por lo que vio o sintió, responderle las preguntas provocadas por la visita, y preguntarle si está complacido o arrepentido de haberlo visitado. La gama de sentimientos positivos y negativos de su hijo debe validarse como normal. Esta conversación posterior a la visita puede ayudarlos a usted y a su hijo a pensar en estructurar, facilitar o limitar las visitas futuras.

Transmitirle a su hijo que desea saber qué es lo que lo ayuda a afrontar las circunstancias desafiantes es un mensaje saludable. Es mucho mejor guiarse por las respuestas de su hijo que asumir que usted sabe lo que es mejor para él.

¿Hay diferencia en hacer que un niño visite el hospital si el padre está muriendo?

En los momentos finales, a menudo es útil que un niño tenga la oportunidad de ver a su padre después de enterarse que está muriendo. Si su hijo quiere tener esta oportunidad, es importante que usted intente hacerlo posible. Si un niño insiste en que no quiere ver a su padre, especialmente si el padre no puede comunicarse, esto también debe ser respetado. A veces, un niño puede acompañar a otros al hospital y quedarse con un adulto conocido en la sala de espera fuera de la habitación, sentado en el piso. A veces, una vez presente, el niño decide que visitar al padre ayudaría. Alternativamente, el niño puede hablar o escribir un mensaje al padre, que puede ser transmitido por otro familiar o amigo querido, o puede ser motivado a entrar en la habitación o pararse en la puerta durante unos segundos para dar o pensar un mensaje de despedida.

Cuando un padre está en coma y no responde, es de mucha ayuda decirle al niño que no sabemos lo que alguien en este estado puede escuchar, pero que creemos que él padre puede sentir a sus seres queridos en la habitación —lo cual es cierto. Luego, se puede alentar al niño a que diga en voz alta o piense lo que quiere que su padre sepa. A menudo, el niño simplemente dirá "Te amo", "Adiós" o "Te extrañaré".

Este es un momento importante para que otros adultos afectuosos le recuerden al niño que el padre sabía el amor que le tenía y que su padre también lo amaba. Si hubo un conflicto en la relación entre el padre y el niño, es útil reconocer este hecho y reiterar el amor compartido. Por ejemplo, "Aunque tú y papá discutieron muchas veces, las personas que se aman a menudo se enojan mucho. Papá siempre te amó y sabía que tú lo amabas".

¿Hay algo que pueda hacer antes del final de mi vida para ayudar a mis hijos?

Continuar comprometiéndose día a día es probablemente lo más importante. No subestime el valor de que su hijo pueda contarle sobre sus actividades diarias, como la calificación en una prueba de ortografía, un gol marcado en un partido de fútbol, o algo injusto que dijo un compañero de clase. Los niños prosperan cuando sienten que las pequeñeces de sus vidas son importantes para un padre amoroso.

Aproveche las oportunidades para celebrar, como un cumpleaños, los días festivos, cuando se cae el primer diente, una gran temporada de baloncesto, o una fiesta de graduación. Puede tomar fotografías o videos de los momentos felices para que queden grabados y estén disponibles para su hijo. Algunos padres escriben cartas a cada niño describiendo sus primeros años juntos, sus recuerdos de crianza favoritos, y los rasgos admirados que el padre ve en el niño. Una carta escrita a su hijo también podría darle algunos consejos generales, como trabajar duro y ser honesto consigo mismo, o rodearse de personas que vean lo mejor en él.

Ya sea en una conversación con su hijo o en una carta, es útil hacerle saber a su hijo que espera que esté cerca de otros adultos afectuosos. Algunos niños necesitan que se les anime para reconocer que amar a otros adultos no disminuye el amor por sus padres y que eso no es deslealtad. Por ejemplo, decirle a su hijo: “Espero que te acerques cada vez más a la tía Janet y a otras mujeres maravillosas como la madre de Sarah. Desarrollar esas relaciones te ayudará a tomar buenas decisiones para ti mismo—y me hará sentir orgulloso”.

Celebre sus propios cumpleaños o eventos especiales. Usted puede usar una de estas ocasiones como una oportunidad para pedirles a sus amigos y familiares que recopilen fotografías antiguas y escriban historias divertidas sobre usted cuando era niño o en años más recientes. Recopilar estos relatos le brinda a su hijo otro vehículo para conocerlo realmente. Puede ser de interés ahora y brinda la oportunidad de contar historias sobre su pasado; alternativamente, estos relatos pueden resultar interesantes para su hijo más adelante en su infancia o en su edad adulta. Usted puede crear un álbum de fotos para cada niño, comenzando con fotos de usted y su cónyuge juntos, y pasando al embarazo, la infancia y más allá. Este álbum también puede servir como un libro de recuerdos, anotado por usted y utilizado como punto de partida para contar historias sobre diferentes momentos de la vida de la familia.

¿Un servicio conmemorativo ayudaría a mis hijos?

Los servicios conmemorativos pueden ser significativos para los hijos. Brindan una oportunidad para que su hijo vea que la comunidad se preocupaba por usted y lo valoraba, y para compartir la tristeza de su pérdida. Los servicios conmemorativos son una oportunidad para pedirles a amigos y familiares que envíen fotos e historias, tal vez en lugar de flores, que pueden enriquecer el conocimiento que su hijo tiene de usted.

Se debe motivar la participación de los niños un servicio solo en la manera que se sientan cómodos. Algunos niños pueden querer hablar, tocar música o mostrar algo creado para su padre. Es posible que otros niños quieran escuchar y llorar en privado. Se debe respetar la tolerancia emocional de un niño para estar presente en un servicio conmemorativo, velatorio, Shiva o funeral. Los niños mayores necesitarán permiso para ir a un lugar tranquilo cuando sientan que ya han tenido suficiente, y los niños más pequeños necesitan un adulto conocido asignado para retirarlos del servicio según sea necesario.

¿Cuándo debería evaluar si mi hijo debe ver a un profesional de la salud mental?

Si su hijo solicita la oportunidad de hablar con alguien fuera de la familia, es útil ayudarlo a que lo haga. Si su hijo ha tenido dificultades psicológicas que requirieron terapia antes de su diagnóstico de cáncer, es posible que se beneficie si regresa por apoyo. Si su hijo tiene una relación conflictiva con cualquiera de los padres (enfermo o sano), puede beneficiarse de algún apoyo de asesoramiento para abordar esto. Si un niño está en conflicto con el padre sano, puede sentirse particularmente asustado por la vulnerabilidad del padre con el que tiene una buena relación. Cuando el padre con el que el niño tiene la relación conflictiva está enfermo, el niño puede sentirse culpable por su comportamiento pasado, y perseguido por las palabras hirientes de enojo intercambiadas en ambas direcciones. Si existe una tensión y discordia significativa entre usted y el otro padre de su hijo, su hijo puede beneficiarse de tener un consejero que actúe como una caja de resonancia neutral, pero afectuosa.

Los hijos que tienen síntomas de depresión deben recibir ayuda. Los síntomas incluyen un estado de ánimo deprimido durante más de un par de semanas, un cambio en el patrón de sueño, un cambio en el apetito, pérdida de interés en las actividades favoritas, sentimientos de culpa, pérdida de energía y concentración, y sentimientos de que vivir no vale la pena. Los pensamientos suicidas deben tomarse en serio y debe buscarse apoyo rápidamente, incluso si su hijo se resiste a la idea.

Los hijos que se vuelven ansiosos también pueden necesitar ayuda profesional. La ansiedad que interfiere con las actividades apropiadas para la edad, incluido el sueño, la escuela y las amistades, merece una evaluación profesional.

Algunos hijos pueden evidenciar comportamientos de riesgo, como conducir de manera imprudente, tomar desafíos peligrosos o abusar de sustancias. Ellos niños necesitan una referencia para obtener ayuda profesional para que no se lastimen a sí mismos ni a otros.